domingo, 23 de abril de 2017

A mi madre Pepa.



Hola tío, como me pidió Miguel te envío las palabras que escribí sobre mi madre.

A mi madre le cautivaba la figura de Jesucristo, pero del Jesucristo hippy del póster de los 80 que decía: « SE BUSCA » « RECOMPENSA: LA LIBERTAD ». Lo que forjaba su religiosidad y su identidad política era su sensibilidad social y su sentido de la justicia. Pudo resarcirse de una infancia y una juventud dominadas por una moral que no era la suya, gracias a su participación en las luchas sociales de los ochenta de la mano del movimiento cristiano que impulsaron los curas obreros y que se apoyaba en la Teoría de la Liberación, con la figura al frente del jesuita Antony de Mello, con cuyos cuentos hemos crecido y nos han hecho crecer. Ese movimiento se apagó y volvieron a desempolvar los confesionarios de su parroquia. Pero el desencanto de las luchas perdidas también deja la satisfacción de haberlo intentado y unos principios reforzados. Muchos años después vivió con entusiasmo el surgimiento del movimiento 15M. Su capacidad de ilusionarse era el secreto del estado de juventud que mantuvo siempre su alma. Mi escepticismo solo se ha rendido ( por admiración) , a esa ilusión pura,  a esa fe, porque vi con nitidez que es la facultad indispensable para cambiar lo que está mal, lo que no es justo. Quiso enrolarse en una guerrilla de yayoflautas, pero se sabía ya muy limitada y se contentó con escuchar el clamor de voces contra la injusticia.
Su ser combatiente no era sino la fuerza de una generosidad que tenía tomada su alma al completo y que respiró en ella hasta el último aliento, hasta el último beso. Confieso que la idea de la vida sin ella, me sobrecoge, me aterra, aunque sepa que el regalo de su amor trasciende el tiempo y que la luz de su generosidad es una estrella.


Ana Tomás Lozano

sábado, 10 de septiembre de 2016

Vivamos con su recuerdo.

Vivamos con su recuerdo, Ana. Yo también lo comprendía. Pero creo que debemos recordarlo con exquisito tacto para que los que viven cerca no se sientan desplazados por estos recuerdos. Un beso de tu tío Paco..

El 24 de junio de 2016, 23:54, Ana Tomás <malditacasualidad@hotmail.com> escribió:
Mi padre tenía el don de exorcizar los males : aflicciones, tristezas, desánimos... y otros fantasmas. Esto, sin tener en cuenta fórmulas magistrales: « Reina, tú lo único que tienes que hacer es estar contenta». Tenía el don y la intención en justo equilibrio. Tenía la inteligencia que hace buenos a los hombres y la belleza que emana de la inteligencia. Era un ser iluminado. Lo que yo llamo un espíritu libre. El mito de la caverna, de Platón, me explica en qué lado estaba él: distante de los prisioneros que interpretan las sombras.
El vacío de su ausencia se hace más grande cada día a golpe de recuerdo, de mención... Y duele. Cómo duele. Hace falta mucho vitalismo para sentir que pese a este dolor, merece la pena la experiencia de estar viva.
Por suerte es un soplo la vida.
Enviado desde mi iPhon

lunes, 2 de mayo de 2016

Carmen martin Gaite UNA PRISION CON ESPEJOS

Querida Sofia. Sabia que me iba a pasar esto que me está pasando, pero no creí que tan pronto. No aguanto la soledad, no la aguanto, me dá miedo. La casa de Silvia se me cae encima y cuando salgo de ella, a pesar del buen tiempo que hace me doy paseos por erl pueblo y las afuera, no soy capaz de encontrar aventuras en nada ni  comunicarme con la primavera, con la naturaleza ni con las personas. Y eso que aquí la gente es muy  simpática y estás deseando pegar la hebra. Entras en un bar o en un chiringuito cualquiera, te pongan una tapa de sepia a la plancha o de pescado frito, y al poco rato notas que  podrías sentirte como en casa y  que además nadie te va a hacer una pregunta indiscreta, que te miran simplemente como lo que eres en ese momento,, una mujer de media edad que está  allí . en la barra igual que ellos, no importa de donde venga ni la vida que lleve a las espaldas la culpa es mia, y eso es lo que me dá rabia. Es como si te hubiera echado el cerrojo a la puerta por donde quieren entrar las palabras y los gestos de los demás a despertarme curiosidad, a darme un poco de calor.


(último correo del tío Amós)

miércoles, 27 de abril de 2016

Francisco Tomás Ortuño

Es un hecho comprobado- acusó el fiscal que usted engaña a sus pacientes: Les administra solo agua, limón, azúcar  o anís a precio de oro; juega con la salud de sus clientes y, por ello, pido que se le condene.
Cuando llegó su turno Juan Pérez se desnudó ante el juez: contó su vida y su obra. Era médico y podía ejercer la medicina como otro profesional, pero él había elegido la homeopatía. Salieron a declarar testigos tratados por él. Sus curaciones eran un hecho incuestionable. Cuantos lo defendieron lo consideraron un sabio y un santo, el mejor médico de todos los tiempos. Y en su momento el juicio tomó un sesgo inesperado uno de los clientes exigió a los denunciantes daños y perjuicios por haber roto la ilusión de los enfermos, por haber acabado con la esperanza cierta de curar a cuantos visitaban al doctor Clyton. Un murmullo de aprobación se levantó en la sala. El juez pidió silencio repetidamente y levantó la sesión hasta otro día. Cada vez se comenzaba más el juicio del homeópata, Ya no se trataba de condenar o de absorber a un hombre. La cuestión más compleja. Se discutía si medicina de una clase o medicina de otra, si medicina de farmacia natural. Se enjuiciaba la homeopatía en una palabra.
El juicio tuvo resonancias nacionales. No era un tema para aparcar a la ligera. Era decir. Decir “Si a la homeopatía” o no a la homeopatía”, El juez tenia que decidirlo.
Cuando se supo que el juicio había llegado a su fin, la sala quedó pequeña. Hubo gente que llegó del extranjero para conocer el fallo. La prensa estaba presente, la radio y la televisión. Cuando el juez llegado su momento, pronunció solemnemente la palabra “inocente” se escuchó la ovación más grande de todos los juicios habidos y por haber.
Eckhart Tolle (El poder del ahora ) La realidad dual del universo, que consta de objetivos y espacios-cosas y vacio-  se da también en ti. Una vida humana sana, equilibrada y fructífera es una danza entre las dos dimensiones que constituyen  la realidad la forma y el espacio. La mayoriade las personas se sienten tan identificadas con las dimensión de la forma, con la perfección de los sentidos, los pensamientos y emociones que en sus vidas falta la importantísima mitad oculta. Su identificación con las formas los mantiene atrapados en el ego.
Así como  el espacio permite que existan todas las cosas, y así como sin silencio  no podría haber sonido, tú no existirías sin la imprescindible dimensión sin forma que es la esencia de lo que eres. Podríamos llamarla “Dios si la palabra no la hubiera utilizado tan mal. Yo prefiero llamarla ser. El Ser es anterior a la existencia. La existencia es forma, contenido, lo  que ocurre. La existencia es el primer plano de la vida; el ser está, como si dijéramos en el fondo.
La enfermedad colectiva de la humanidad es que la gente está  tan inmersa en lo que ocurre, tan hipnotizada por el mundo de las formas fluctuantes, tan absorta en el contenido de su vida, que ha olvidado la esencia de lo que hay más allá del contenido, más allá de la forma, más allá del pensamiento. Está tan preocupada por el tiempo que ha olvidad la eternidad, que es su origen, su hogar, su destino. La Apareció rodeados de eternidad viva de lo que eres. 

sábado, 23 de abril de 2016

MADAME BOVARY (Gustave Flaauvbert)

El placer para él desconocido, de la independencia, le hizo muy pronto llevadera la soledad. Ahora podía cambiar  las horas de las  comidas, entrar y salir sin dar explicaciones y cuando se hallaba fatigado  tumbarse a la larga en su lecho. Así, pues aceptó los mimos y consuelos que le prodigaban-Por otra parte, la muerte de su mujer no le había venido muy mal para su  profesión, porque durante  un mes no se había oído otra cosa que- Pobre joven ¡que desgracia! Todo el mundo le compadecía. Su nombre se había extendido, su clientela había aumentado y además iba a Bertaux cuando se le ocurría.. Tenía una esperanza sin objeto, una vaga felicidad, y hasta encontraba su semblante más agradable al cepillarse sus patillas ante un espejo. Un día llegó a las tres a Bertaux, todo el mundo se hallaba en el campo. Entró en la cocina, pero no vio  al principio a Emma; las ventanas estaban cerradas; por las junturas de las maderas el sol trazaba en el suelo grandes  rayas delgadas que se quebraban en el ángulo de los muebles y  temblaban  en el techo. Algunas moscas en la mesa subían por los vasos que habían servido en la cena, y zumbaban ahogándose en la sidra que había sobrado. La luz del día, que bajaba por la chimenea, aterciopelando el hollín, azulaba las cenizas frías. Entre la ventana. Entre la ventana y el hogar se hallaba Emma cosiendo. No llevaba pañuelo sobre los hombros, y  veíanse sobre sus espaldas desnudas asomar algunas  gotas de sudor. Según la costumbre campesina, le propuso beber alguna cosa. Rehusó, ella insistió, y al fin  le ofreció, riendo, beber un vaso de licor con ella. Fue pues, a buscar al armario una botella de curacao, llenó un vaso hasta los bordes y el otro puso muy poco y después de haber brindado, lo  llevó a sus labios. Como el vaso estaba casi vacío, se inclinó para beber y con la cabeza echada hacia atrás, los labios adelantados, se reía de que nada caía en su boca mientras lamia el fondo de su vaso.
Como no había los suficientes mozos de cuadra  para desenganchar todos los carruajes, sus propietarios se doblaban las mangas y ellos mismos lo hacían. Según sus diferentes posiciones sociales, llevaban levitas, gabanes, vestidos buenos y rodeados de toda la consideración de una familia y que no salían del armario más que en las grandes solemnidades. Algunos hombres ( y estos seguramente se hallaban destinados a comer en una punta de la mesa)= llevaban las blusas de ceremonia; es decir, con el cuello doblado sobre la espalda. La pechera fruncida en pequeños pliegues y el talle bajo sujeto por un cinturón cosido. Las camisas se levantaban sobre los pechos semejando corazas. Todo el mundo estaba recién pelado. Las orejas se tapaban de las cabezas; nadie había dejado de afeitarse, algunos que se habían levantado antes del alba, como lo habían hecho sin luz , tenían cortaduras diagonales debajo de la nariz a lo largo de las quijadas : peladuras de epidermis, anchas como una moneda el viento durante el camino, lo cual pintaba de manchas rosáceas aquellas caras blancas y satisfechas.  Encontrándose la alcaldía a una media legua de la granja, dirigiose a pie la  comitiva y volvió del mismo modo terminada la ceremonia en la iglesia. El cortejo unido primeramente  como una escarapela de color que ondulara por el campo; serpenteando por entre los trigos, se alargó primero y se dividió después en grupos diferentes que se retardaban hablando. El músico ambulante marchaba a la cabeza con un violín empenachado de cintas; los recién casados venían detrás; los padres y los amigos sin orden, y los niños los últimos. Divirtiéndose en arrancar  las espigas de las avenas o ene jugar sin que los viesen.

Heinich B”oll

 – Oía a mi patrona, que molía café en  la cocina, oía la suaves y amables amonestaciones que le hacia a su hija pequeña … y seguías teniendo ganas de meterme otra vez en la cama y cubrirme la cabeza con el edredón, volví a recordar lo bonitas que antes eran las cosas en la residencia de aprendices había aprendido a torcer la boca de un modo tan lamentable, que el director, el padre Dericha, me hacia llevar a la cama té y un calentador, mientras los demás bajaban  a desayunar,  volví a sumergirme en el sueño y no me despertaba hacia las once, llegaba la mujer de la limpieza a hacerlos dormitorios. Se llamaba Wietzel y yo tenia miedo a la dura mirada de sus ojos azules, miedo a la honradez de sus manos fuertes , y mientras hacia las camas y dobla las sábanas evitando mi cama como la de un leproso me lanzaba por enésima vez aquella amenaza, que Aun hoy me suena en los oídos de un modo terrorífico- No serás nunca nada… no llegaras a nada.
 Y su compasión cuando murió mi madre y todos estaban amables conmigo, su compasión era para mi todavía peor. Pero cuando después de la muerte de mamá, volví a cambiar de oficio y de puesto de trabajo, y de nuevo anduve  rondando por la casa durante muchos días, hasta que el Cura  hubo encontrado un nuevo ,lugar par mi- yo pelaba patatas  o paseaba por los corredores con una escoba en la mano , entonces su compasión volvió a esfumarse, y cada vez que me veía,  me lanzaba su profecía.
No serás nunca nada… 

martes, 19 de abril de 2016

Heinich B'oll

– Oía a mi patrona, que molía café en  la cocina, oía la suaves y amables amonestaciones que le hacia a su hija pequeña … y seguías teniendo ganas de meter5mere otra vez en la cama y cubrirme la cabeza con el edredón¸ volví a recordar lo bonitas que antes eran las cosas en la residencia de aprendices había aprendido a torcer la boca de un modo tan lamentable, que el director, el padre Dericha,me hacia llevar a la cama té y un calentador, mientras los demás bajaban  a desayunar,  volví a sumergirme en el sueño y no me despertaba hacia las once, llegaba la mujer de la limpieza a hacerlos dormitorios. Se llamaba Wietzel y yo tenia miedo a la dura mirada de sus ojos azules, miedo a la honradez de sus manos fuertes , y mientras hacia las camas y dobla las sábanas evitando mi cama como la de un leproso me lanzaba por enéxima vez aquella amenaza, que Aun hoy me suena en los oídos de un modo terrorífico-No serás nunca nada… no llegaras a nada.
 Y su compasión cuando murió mi madre y todos estaban amables conmigo, su compasión era para mi todavía peor. Pero cuando después de la muerte de mamá, volví a cambiar de oficio y de puesto de trabajo, y de nuevo anduve  rondando por la casa durante muchos días, hasta que el Cura  hubo encontrado un nuevo ,lugar par mi- yo pelaba patatas  o paseaba por los corredores con una escoba en la mano , entonces su compasión volvió a esfumarse, y cada vez que me veía,  me lanzaba su profecía.
No serás nunca nada…