Escuche -Agregó la señora en tono severo, deteniéndose ante Pasha- Es usted una mujer sin conciencia que vive solo parta hacer el mal. Ese es su fin en la vida. Pero no es posible que se haya hundido usted tanto que ni le quede una pizca de humanidad. Él tiene mujer, hijos… ¡ recuérdelo ¡ Hay un medio sin embargo, de salvarnos de la miseria y la vergüenza. Si hoy puedo juntar novecientos rublos le dejaran en paz. ¡ Nada más que novecientos rublos ¡ ¿ Qué novecientos rublos? – preguntó Pasha con voz débil – Yo no he tomado. No le pido a usted novecientos rublos. No tiene usted dinero y no es eso lo que le pido sino otra cosa. Por lo común, los hombres hacen regalos de joyas a las mujeres como usted. Devuélvame tan solo los regalos que le ha hecho mi marido. ! Señora él nunca me ha dado nada! Dijo quejosa Pasha, empezando a comprender. ¿ Entonces donde está el dinero? Él ha derrochado el suyo, el mío y el ajeno…¿ Donde lo ha metido? ¡ Escuche se lo ruego! Hace un momento estaba agitadísima y le he dicho cosas desagradables. Discúlpeme. Sé que debe usted odiarme, pero si no ha perdido del todo la compasión. ¡Póngase en mi lugar ¡Le imploro que me de usted las joyas. Humm… dijo Pasha encogiéndose de hombros- lo haría con gusto, pero que Dios me castigue si miento. Su marido nunca me ha dado nada .Pero si, tiene usted razón corrigió la cantante, turbada de pronto. Una vez me dio dos cositas. Espere un instante. Se las doy a usted si las quiere. Pasha abrió uno de los cajones de su tocador y sacó una pulsera de oro hueco y una delgada sortija con un rubí-¡ Aquí tiene! Dijo, alargando ambas cosas a la visitante la señora se soliviantó; un espasmo le cruzó el semblante.-Se consideraba ultrajada. ¿ Qué me dá usted aquí? No pido una limosna, sino las cosas que no pertenecen a usted. Las cosas que por su condición le ha sacado a mi marido… a ese hombre débil y desgraciado. Cuando la vi a usted con él llevaba broches y pulseras de alto precio; de nada le vale hacerse la inocente. Se lo pido por últimas vez.¿ me da esos regalos o no? Lee juro que no he recibido más que eso y unos pastelillos. En casa los niños no tienen que comer. ¿ Que hacer ahora? Caviló sobre algo. ¿ matar a esa infame? O ponerme de rodillas ante esa infame , la señora empezó a llorar. Ha sido usted quien ha destrozado a mi marido; ¡ sálvele ahora ¡ .. no le tiene usted lástima, pero los niños. ¿ que culpa tienen ellos? Nosotras no podemos darnos el lujo de escoger . ¡ Bien le daré a usted las joyas ¡ Pero no me las dio Nicolas , me las dieron otros visitantes. Tómelas si las quiere. Sacó un broche una sarta de corales, una sortija y se lo dio todo. Reténgale en casa. Abrióse la puerta de la habitación vecina y salió Kolpakov . En sus ojos brillaban las lágrimas-¿ Qué joyas me ha dado usted? Dios mio ella ha llorado se ha humillado – Y yo vuelvo a preguntarle : ¿ cuando me ha hecho usted algún regalo?
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