sábado, 6 de junio de 2015

Desde tiempo inmemorial...

Desde tiempo inmemorial, han dicho cien veces los testigos ¡ Mentiras!, replica doña Berta ...Buenos eran los Rondaliegos de antaño  pasta consentir a los sarnosos marchitarles con los calcaños puercos la hierba del Aren ¡ Los Rondaliegos no querían nada con nadie ; se casaban unos  con otros, siempre con parientes, y no mezclaban la sangre ni la herencia. No se dejaban manchar el linaje ni los prados. Ella doña Berta, no podía recordar es claro, desde cuando había sendas públicas que cruzaban sus propiedades, pero el corazón le daba que todo aquello debía de ser desde la caída del antiguo régimen, desde que había liberales y cosas así por el mundo. Por aquí no se va a ninguna parte: desde el finibusterre del mundo, dice doña Berta, que tiene caprichosas nociones  geográficas; un mapa-mundi homérico, por lo soñado; Y piensa que la  tierra acaba en punta, y que la punta es zahornín, con Susacasa, el prado, harén y posadorio. Ni los moros ni los romanos pisaron jamás la hierba del Aren , dice ella un día y otro día a su fidelisima Sabelona ( Isabel grande) criada de los Rondaliegos desde los diez años y por la cual tampoco pasaron moros ni cristianos, pues aun es tan virgen como la parió su madre, y hace de esto setenta inviernos. ¡ Ni los moros , ni los romanos! , repite por la noche doña Berta a la luz del candil, junto al rescoldo de la cocina, que tiene el hogar en el  suelo; y Sabelona inclina la cabeza, en señal de asentimiento, con la misma credulidad ciega con que poco después repite arrodillada los  actos de fé que su ama va recitando delante. Ni doña Berta ni Isabel saben de romanos  y moros cosa mayor,  fuera de aquellas noticia negativa de que nunca pasaron por allí; tal vez no tienen seguridad completa de la total ruina del imperio de Occidente ni de la toma de Granada, que doña Berta, al fin más versada en ciencias humanas, confunde un poco con la gloriosa guerra de África, y especialmente con la toma de Tetuán.

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