domingo, 10 de abril de 2016

Eloy Sánchez Rosillo- (LA VIDA )

Me ha despertado el alba, este alboroto hermoso de la tormenta. Está el cielo de Roma lleno de fuegos súbitos, de estrépitos, de vientos, de grandes nubes negras que se empujan, que entrelazadas giran hasta romperse y dejan caer el agua a cántaros. Contemplo con mucho gozo desde la ventana del cuarto que ocupo en este hotel, en este Albergo del Portoghesi, el don que para mi supone siempre la lluvia. No podría el verano transcurre agosto –darme otro presente que más ilusión me hiciera. Nos fatiga todo lo que no cambia, y empezaba a cansarme de los días azules que sin pausa se han ido sucediendo. Agradecen los ojos y el corazón esta tormenta que hoy hace que todo sea, de pronto, diferente. Baja el agua del cielo. Desde aquí la veo resbalar sobre la vieja cúpula de esta iglesia-la iglesia recoleta de San Antonio-y correr por los tejados y azoteas DEL BARRIO. La mañana avanza, pero apenas puede la luz del día abrirse paso. Hay en el aire oscuro un presagio de otoño que me pone en  el pecho cierta vaga tristeza. Siento ya nostalgia de estas horas. Cuando los años pasan, ocurrirá de nuevo en mi memoria una antigua tormenta de verano. La lluvia de esta mañana liquida de Roma será entonces la lluvia que alguien irá escribiendo con emoción y con melancolía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario