miércoles, 27 de abril de 2016

Francisco Tomás Ortuño

Es un hecho comprobado- acusó el fiscal que usted engaña a sus pacientes: Les administra solo agua, limón, azúcar  o anís a precio de oro; juega con la salud de sus clientes y, por ello, pido que se le condene.
Cuando llegó su turno Juan Pérez se desnudó ante el juez: contó su vida y su obra. Era médico y podía ejercer la medicina como otro profesional, pero él había elegido la homeopatía. Salieron a declarar testigos tratados por él. Sus curaciones eran un hecho incuestionable. Cuantos lo defendieron lo consideraron un sabio y un santo, el mejor médico de todos los tiempos. Y en su momento el juicio tomó un sesgo inesperado uno de los clientes exigió a los denunciantes daños y perjuicios por haber roto la ilusión de los enfermos, por haber acabado con la esperanza cierta de curar a cuantos visitaban al doctor Clyton. Un murmullo de aprobación se levantó en la sala. El juez pidió silencio repetidamente y levantó la sesión hasta otro día. Cada vez se comenzaba más el juicio del homeópata, Ya no se trataba de condenar o de absorber a un hombre. La cuestión más compleja. Se discutía si medicina de una clase o medicina de otra, si medicina de farmacia natural. Se enjuiciaba la homeopatía en una palabra.
El juicio tuvo resonancias nacionales. No era un tema para aparcar a la ligera. Era decir. Decir “Si a la homeopatía” o no a la homeopatía”, El juez tenia que decidirlo.
Cuando se supo que el juicio había llegado a su fin, la sala quedó pequeña. Hubo gente que llegó del extranjero para conocer el fallo. La prensa estaba presente, la radio y la televisión. Cuando el juez llegado su momento, pronunció solemnemente la palabra “inocente” se escuchó la ovación más grande de todos los juicios habidos y por haber.
Eckhart Tolle (El poder del ahora ) La realidad dual del universo, que consta de objetivos y espacios-cosas y vacio-  se da también en ti. Una vida humana sana, equilibrada y fructífera es una danza entre las dos dimensiones que constituyen  la realidad la forma y el espacio. La mayoriade las personas se sienten tan identificadas con las dimensión de la forma, con la perfección de los sentidos, los pensamientos y emociones que en sus vidas falta la importantísima mitad oculta. Su identificación con las formas los mantiene atrapados en el ego.
Así como  el espacio permite que existan todas las cosas, y así como sin silencio  no podría haber sonido, tú no existirías sin la imprescindible dimensión sin forma que es la esencia de lo que eres. Podríamos llamarla “Dios si la palabra no la hubiera utilizado tan mal. Yo prefiero llamarla ser. El Ser es anterior a la existencia. La existencia es forma, contenido, lo  que ocurre. La existencia es el primer plano de la vida; el ser está, como si dijéramos en el fondo.
La enfermedad colectiva de la humanidad es que la gente está  tan inmersa en lo que ocurre, tan hipnotizada por el mundo de las formas fluctuantes, tan absorta en el contenido de su vida, que ha olvidado la esencia de lo que hay más allá del contenido, más allá de la forma, más allá del pensamiento. Está tan preocupada por el tiempo que ha olvidad la eternidad, que es su origen, su hogar, su destino. La Apareció rodeados de eternidad viva de lo que eres. 

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