martes, 27 de octubre de 2015

KHALIL GIBRAN (Alas rotas) – Callada tristeza.

      Vecinos mios, vosotros recordais con placer la aurora de vuestra juventud y lamentais que haya pasado; pero yo recuerda los barrotes y los grilletyes de su cárcel. Vosotros hablais de aquellos años entre la infancia y la juventud como una época de oro, libre de confinamientos y de cuidados, pero aquellos años yo los considero  una época de callada tristeza quue caiia como una semilla en mi corazón, y c recia en el mundo del conocimiento y la sabiduría, hasta que llegó el amor y abrió las puertas de mi corazón e iluminó sus recintos.

      El amor me dio lenguas y lágrimas. Seguramente recordais los jardines y los huertos, las plazas públicas y las esquinas que presenciaron vuestros juegos y oyeron vuestros inocentes cuchicheos; yo también recuerdo hermosos parajes del  norte del Libano. Cada vez que cierro los ojos veo aquellos valles, llenos de magia y dignidad, cuyas montañas, cubiertas de gloria y grandeza, trataban de alcanzar el cielo. Cada vez que cierro mis oídos al clamor de la ciudad, oigo el murmullo de aquellos riachuelos y el crujido de aquellas ramas. Todas esas bellezas a las que me refiero ahora, y que ansío volver a ver, como niño que ansia ver los pechos de su madre, hirieron mi espíritu, prisionero en la oscuridad de la juventud como el halcón que sufre en la jaula al ver una bandada de pájaros que vuela libremente por el anchuroso cielo.

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