En medio de los jardines y colinas que unen la ciudad de Beirut con el Líbano hay un pequeño templo, muy antiguo, cavado en la roca, rodeado de olivos, almendros y sauces. Aunque este templo está como a un kilómetro de la carretera principal, en la ´`época de mi relato muy pocas personas aficionadas a las reliquias y a las ruinas antiguas habían visitado ese santuario.. Era uno de los muchos sitios interesantes escondidos y olvidados que hay en el Líbano. Por estar tan apartado, se había convertido en el refugio para las personas religiosas y en un santuario para amantes solitarios.
Al entrar en este templo, el visitante ve en el muro oriental un antiguo cuadro fenicio esculpido en la roca, que representas a Ishtar, diosa del amor y de la belleza, sentada en su trono, rodeada de siete vírgenes desnudas, en diversas actitudes. La primera de ellas lleva una antorcha; la segunda una guitarra; la tercera, un incensario; la cuarta, una jarra de vino; la quinta un ramo de rosas; la sexta, una guirnalda de laurel ; la séptima, un arco y una flecha, y las siete miran a Ishtar reverentemente.
En el segundo muro hay otro cuadro, más moderno que el primero, que representa a Cristo clavado en la cruz, , y a su lado están su doliente madre María Magdalena y otras dos mujeres, llorando. Este cuadro bizantino tiene una inscripción que demuestra que se esculpió een el siglo XV o en el XVI.
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