viernes, 23 de enero de 2015

PHILIP ROTH (libro amigo)

¿Y sabes que otra cosa Alice? Decía, golpeándose las tripas con la palma mientras se levantaba de la mesa. No producía el mismo ruido que el sargento  Hickey que pesaba cien kilos, pero era un buen ruido. Roy –replicaba su madre-, no te pases de listo ¿ bebes whiky?
Oh Alice, unos tragos de  vez en cuando- Roy. En aquel punto, si veía que su madre realmente lo creía-, se acercaba, la abrazaba y decía:  Alice eres una buena chica, pero no debes creer todo lo que te dicen. Luego le daba un beso ruidoso en la frente, seguro de que instantáneamente alegraría no solo su humor sino toda la mañana de compras y limpieza. Y tenía razón, por lo general sucedía así.. Después de todo lo dicho y hecho ambos mantenían buenas relaciones.  Luego echaba un vistazo al periódico de cabo a rabo. Más tarde entraba a la cocina  para beber un vaso de leche.  De pié,  junto a la nevera, la bebía de dos tragos; después cerraba los ojos, mientras la sensación acerada del frío le atravesaba el puente de la nariz, luego cogía un puñado de galletas del cesto del pan, una de sus viejas pasiones; por último, por encima del ruido de la aspiradora, gritaba. ¡ya voy mamá!. Durante los primeros meses siguientes a su regreso, daba largas caminatas por la ciudad y casi siempre  acababa en la escuela secundaria.


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