Si, me alegro porque verdaderamente se lo debías, ya sabes. Pero Edward ¡imagínate que algún día saliera a la luz! Entonces volvieron sobre el misterio del saco de oro, con gran interés. Enseguida la conversación comenzó a sufrir interrupciones, suspensiones provocadas por pensamientos ensimismados. Las interrupciones aumentaron de frecuencia. Por último Richards se perdió por completo en sus meditaciones. Estuvo sentado largo rato, con la mirada vagando por el suelo, y después empezó a interrumpir sus pensamientos con pequeños y nerviosos movimientos de manos que parecían indicar fastidio. Entrando, su esposa también había recaído en un silencio reflexivo y sus movimientos empezaban a mostrar inquietud. Por fin Richards se levantó y se puso a andar a grandes zancadas por la habitación, sin ningún objeto, pasándose las manos por los cabellos, muy parecido a los sonámbulos que tienen una pesadilla. Entonces pareció llegar a un propósito concreto y sin ninguna palabra se puso el sombrero y salió precipitadamente de la casa. Su esposa estaba sentada rumiando con cara cansada, y no parecía haberse dado cuenta de que se había quedado sola.. De vez en cuando ,murmuraba : No nos dejes caer en la tentación pero… somos tan pobres. ¿ A quien le perjudicaría? Y nadie lo sabría… La voz se apagó en un susurro.
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