sábado, 21 de noviembre de 2015

CAPITULO XXXIII – D. Quijote de la Mancha.

Mira que no hay joya en el mundo que tanto  valga como la mujer casta y honrada, y que todo el honor de las mujeres consiste en la opinión buena que dellas se tiene; y pues la de tu esposa es tal que llega al extremo de bondad que sabes, ¿ para qué quieres  poner esta verdad en duda ¿Mira, amigo, que la mujer es animal imperfecto, y que no se le han de poner embarazos donde tropiece y caiga, sino quitaselos y despejalle el camino de cualquier inconveniente, para que  sin pesadumbre corra ligera para arrancar la perfección que le falta, que  consiste en el ser virtuosa.Cuentan los naturales que el arminio es un animalejo que tiene una piel blanquísima, y que cuando quieren cazarle los cazadores, usan de este artificio: que sabiendo las partes por donde suele pasar y acudir, las atajan con lodo, y d espues, ojeándole le encaminan hacia aquel lugar, y asi como el arminio llega al lodo, se está quedo y se deja prender y cautivar, a trueco de no pasar por el cieno y perder y ensuciar su blancura, que la estima más que la libertad y la vida. La honesta y casta mujer es  arminio, y es más que nieve blanca y limpia la virtud de la honestidad; y el que quisiere que no la pierda, antes la guarde y conserve, ha de usar de otro estilo diferente que con el arminio se tiene, porque no le han de poner delante el  cieno de los regalos y servicios de los importunos amantes, porque quizá, y aun no quizá, no tiene tanta virtud y fuerza natural, que pueda por si mesma atropellar y pasar por aquellos embarazos, y es necesario quitárselos y ponerle delante la limpieza de la virtud y la belleza que encierra en si la buena fama. Es asi mismo la la buena mujer como erspejo de cristal luciente y claro, pero está sujeto a empañarse y escurecerse con cualquiera aliento que le toque. Hase de usar copn la honesta mujer el estilo que con las reliquias: adorarlas, y no tocarlas, Hase guardar y estimar la mujer buena como se guarda y estima un hermoso jardin que está lleno de flores y rosas, cuyo dueño no consiente que nadie le pasee ni manosee; basta que desde lejos y por entre las verjas de hierro gocen de su fragancia y hermosura.  Unos versos- es de vidrio una mujar pero no se ha de probar si se puede o no quebrar.

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