miércoles, 25 de noviembre de 2015

GABRIEL GARCIA MÁRQUEZ (CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA)

Acompáñala tú-ordenó mi padre. Jaime corrió detrás de ella sin saber qué pasaba ni para donde iban, y se agarró de su mano.” Iba hablando sola” , me dijo Jaime “ hombre de mala ley, decía en voz muy baja, animales de mierda que no son capaces de hacer nada que no sean desgracias. “ No se daba cuenta ni siquiera de que llevaba el niño de la mano “ Debieron pensar que me había vuelto loca”, me dijo Lo único que recuerdo es que se oia a lo lejos un ruido de mucha gente, como si hubiera vuelto a empezar la fiesta de la boda, y que todo el mundo corría en dirección de la plaza” Apresuró el paso, con la determinación de que era capaz cuando estaba una vida de por medio, hasta que alguien que corria  en sentido contrario se compadeció de su desvarío.
No se moleste Luisa Santiaga le gritó al pasar-, y lo mataron.
Bayardo San Román, el hombre  que devolvió a la esposa, había venido por primera vez en Agosto del año anterior seis meses antes de la boda.llegó en el buque semanal  con unas alforjas guarnecidas de plata que hacían juego con las hebillas de la correa y las argollas de los botines.Andaba por los treinta años; pero muy bien escondidos, pues tenia una cintura angosta de novillero, los ojos dorados, y la piel cocinada a fuego lento por el salitre. Llegó con una chaqueta corta y un pantalón muy estrecho, ambos de becerro natural, y unos guantes de cabritilla del mismo color, Magdalena Oliver había venido con él en el buque y no pudo quitarle la vista de encima durante el viaje.” Parecía marica” me dijo y era una lastima porque estaba  como para embadurnarlo de mantequilla y comérselo vivo.

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