lunes, 14 de diciembre de 2015

FRUTO DE LA FE- Ronald Jager-

Tendría yo diez años aquel atardecer de Junio. Desde el porche de mi casa me llamó la atención una plantita desconocida, que a lo sumo media quince centímetros de altura. Mi padre dijo que era un manzano tierno. Inmediatamente lo adopté. Yo iba a trasplantarlo y cuidarlo, y el arbolito prosperaría. Cuando yo fuera grande y cultivara estas tierras, me daría magnificas manzanas.
Para el trasplante, mi padre propuso un sitio entre el jardín y la entrada para el auto, y esa misma tarde hizo una excavación en el césped. Allí coloqué mi manzanito. Como no sabia yo nada de árboles frutales, ignoraba que los manzanos nacidos de semilla- en lugar de injertos, como los arboles de nuestro huerto- a menudo son estériles o dan fruta de baja calidad. Si mi padre sabía esto, prefirió no empañar mi optimismo.
Cuidé de mi arbolito como lo haría cualquier niño: a veces me olvidaba de el y en otros momentos le prodigaba afecto y atenciones.Lo asenté al ver que medraba a pesar de la mala hierba y de los periódicos ataques de Pearl, nuestras yagua de labor, que tenia debilidad por él y trataba de arrancarle una sabrosa rama  siempre que podía.
Pasaron los años y mi árbol dio algunas flores, pero ni un  solo fruto. Tiempo después leí ene un libro de texto de la escuela secundaria algo que me intranquilizó: los manzanos nacidos de semilla suelen dar frutos agrios y enjutos, de  aspecto prehistórico. ! De haberlo sabido antes ¡ Con todo era un lindo árbol y yo le profesaba cariño, así  que lo podé como recomendaba el libro. Por lo menos tendrías buen aspecto. Luego partí a la Universidad y me olvidé de mi árbol.
No mucho después empezó a dar primero con lentitud, luego con generosidad, y por último con exuberancia manzanas deliciosas y excelentes para todo; para comerlas crudas, en puré o deshidratadas. Además tenia menos insectos y enfermedades que los frutos de los arboles de nuestro huerto. Hace ya 35 años que mi árbol produce frutas casi perfectas. Cuatrocientos kilos de manzanas no son nada para él. Mis parientes y vecinos vienen a sacudir sus ramas y a llevarse lo que en ellas haya quedado. De haber tenido un mínimo de conocimientos en esta materia, ni siquiera me habría molestado en trasplantar y cuidar. Este se alimentó de mi fe ciega y la cosecha llegó puntual cada año.

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