jueves, 3 de diciembre de 2015

GUSTAVO ADOLFO BECQUER La rosa de la pasión.

Una tarde de verano, y en un jardín de Toledo, me refirió estas singular historia una muchacha muy buena y muy bonita,
Mientras me explicaba el misterio de su forma especial, besaba las hojas y los pistilos que iba arrancando uno a uno de la flor que da nombre a esta leyenda. Si yo la pudiera referir con el suave encanto y la tierna sencillez que tenia en su boca, os conmovería como a mi me conmovió, La historia de la infeliz Sara. Ya que esto no es posible, ahí va lo que de esa piadosa tradición, se me acuerda en este instante.
Dicen-prosiguió- dicen. Muchas cosas… Entre otras,  que su hija está enamorada de un cristiano. Al llegar a este punto el desdeñado amante de Sara se detuvo para ver el efecto que sus palabras hacían en Daniel. ¿ Y quien dice que eso no es una calumnia? Quien los ha visto conversar en esta misma calle, mientras  tu asistes al sanedrín de nuestros rabinos-insistió el joven hebreo, admirado de que sus sospechas primero, y después sus afirmaciones , no hiciesen mella en el ánimo de Daniel. Je je , Je  decía de una forma extraña y diabólica .- ¿ Como a mi Sara, al orgullo de la tribu, al báculo en que se apoya mi vejez, piensan arrebatármela un perro cristiano.?  ¿ Y vosotros creéis que lo hará? Daniel dirán los míos ya chochea. ¿ Para qué quiere ese viejo moribundo y decrépito ese hija tan hermosa y tan joven, si no sabe guardarla de los codiciosos enemigos?  ¿ Crees tú por ventra que Daniel duerme?... Crees tú que Daniel no sabrá vengarse.

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