viernes, 8 de enero de 2016

EDUARDO GALEANO (Espejos) Familia china.

En la antigüedad de los tiempos Shun, el avisco, reinó en China Y Ho Yi, el mijo, fue su ministro de agricultura.
Los dos habían tenido ciertas dificultades en su vida infantil.
Desde que nació, Shun no resultó nada simpático a su papá ni a su hermano mayor, y ellos prendieron fuego a su casa, con él adentro, pero el bebé no siquiera se chumascó. Y lo metieron en un pozo y le echaron tierra encima, hasta taparlo del todo, pero el bebé ni siquiera se enteró.
También su ministro, Oh Yi, había sobrevivido a los mismos familiares. Su mamá convencida de que ese recién nacido iba a darle mala suerte, lo abandonó en pleno campo, para que lo matara el hambre. Y como el hambre no lo mató, lo arrojó al bosque para que lo comieran los tigres . Y como a los tigres no les interesó, lo tiró a la nieve, para que el frío acabara con él. Y unos días después lo encontró, de buen humor y un poquito acalorado.

Seda que fue baba-   LEI ZU, la reina de Huangdi, fundó el arte chino de la seda.
Según cuentan los cuentacuentos de la memoria Lei Zu crió el primer gusano. Le dio de comer hojas de morera blanca, y al poco tiempo los hilos de baba del gusano fueron tejiendo un capullo que envolvió su cuerpo. Entonces los dedos de Lei Zu desenrollaron ese hilo kilométrico, poquito a poco, de la más delicada manera. Y así el capullo, que iba a ser mariposa fue seda.
La sedas se convirtió en gasas transparentes, muselinas, tules y tafetanes, y vistió a las damas y a los señores con espesos terciopelos y brocados suntuosos, bordados de perlas.
Fuera del reino, la seda era un lujo prohibido. Sus rutas atravesaban montañas de nieve, desiertos de fuego y mares poblados de sirenas y piratas.

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