sábado, 13 de febrero de 2016

Abogin.

Si pasa algo no lo podré sobrevivir  dijo entrando con el médico en el vestíbulo y frotándose agitado las manos- Pero no se oye ningún ajetreo, lo que  significa que de momento  que todo vas bien- añadió aguzando el oído en el silencio reinante. En el vestíbulo no se oían voces ni pasos. A pesar de la brillante iluminación, toda la casa parecía dormida. Ahora el médico y Abogin, hasta entonces en la oscuridad podían observarse mutuamente. El médico era alto, encorvado, vestido con desaliño y feo de rostro. Había algo desagradablemente huraño, displicente, severo, en sus labios gruesos como los de un negro, en la nariz aguileña y en la mirada vaga e indiferente, Su cabello enmarañado sus sienes hundidas, las canas prematuras de su barba larga y escueta, tras la cual relucía la barbilla, el color grisáceo de la piel y los ademanes desmañados y torpes… todo ello apuntaba con su aspereza a privaciones sufridas, mala suerte y hastío de la  vida y de los hombres. Mirando su seca figura no se diría que este hombre tenia esposa y podía llorar a un hijo. Abogin delataba algo muy diferente. Era robusto , fuerte, y rubio de cabeza grande y facciones acentuadas aunque suaves, vestido esmeradamente a la última moda. En su porte, en su levita entallada, en su cabellera y en su rostro se echaba de ver algo noble, leonino. Andaba con la cabeza alta y el pecho abombado, hablaba con voz agradable de barítono, y en los gestos con que se quitaba la bufanda o se arreglaba el pelo se adivinaba una elegancia sutil y casi femenina. Incluso la palidez y el terror infantil con que clavaba la vista en lo alto de la escalera mientras se despojaba del abrigo no alteraban su porte ni menguaban el contento, la salud y el aplomo que se desprendían de su figura. No hay nadie ni se oye nada- dijo subiendo la escalera-, no se nota ninguna conmoción. ! Dios nos tenga en sus manos! Cruzando el vestíbulo condujo al médico a un vasto salón, en el que había un piano negro y colgaba una araña de cristal cubierta por una funda blanca.
Abogin avanzó lenta y pesadamente hasta el centro de la sala, se inclinó, lanzó sollozos. ¡ Me ha engañado!  ¡ Se ha fugado! Se puso enferma y me mandó a buscar al médico-Solo para escaparse con ese bufón ¡ Dios mío ¡ ¡ Se ha fugado! ¡ Me ha engañado!¿ Que le he hecho yo?


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