viernes, 19 de febrero de 2016

GABRIEL GARCIA MARQUEZ


Fwd: FRAGMENTOS LITERARIO

Lo despertó la  tristeza: No la que había sentido en la mañana  ante el cadáver del amigo, sino la niebla invisible que le saturaba el alma después de la siesta. Y que él interpretaba como una notificación  divina de que estaba viviendo sus últimos atardeceres. Hasta los cincuenta años no había sido consciente del tamaño y el peso y el estado de sus vísceras. Poco as poco, mientras yacía con los ojos cerrados después de la siesta diaria había ido sintiéndolas dentro, una a una, sintiendo hasta la forma de su  corazón insomne, su hígado misterioso, su páncreas hermético, y había ido descubriendo que hasta las personas más viejas eran menores que él, y que había terminado por ser el único sobreviviente de los legendarios retratos de grupo de su generación. Cuando se dio cuenta de sus primeros olvidos apeló a un recurso que  le había oído a uno de sus maestros en la Escuela de Medicina. El que no  tiene memoria se hace una de papel. Sin embargo.  fue una ilusión efímera, pues había llegado al extremo de olvidar lo que querían decir las notas recordatorias que se metía  en los  bolsillos, recorría la casa buscando los lentes que tenia puestos, volvía a darle vueltas a la llave después de haber cerrado las puertas, y perdía el hilo de la lectura porque olvidaba las premisas de los argumentos o la filiación de los personajes. Pero lo que más le inquietaba era la desconfianza que tenias en su propia razón: poco a poco en un naufragio ineluctable, sentía que iba perdiendo el sentido de la justicia. Por pura experiencia , aunque sin fundamento científico, Urbino sabia  que la mayoría de las enfermedades mortales tenían un olor propio, pero ninguno era tan especifico como el de la vejez.

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