sábado, 27 de febrero de 2016

Don Miguel de Cervantes- Don Quijote de la Mancha- Capítulo XXXIV-

No corre por ti esa razón- respondió Leonela-, porque el amor, según he oído decir, unas veces vuela, y otras anda; con este corre y con aquel va despacio, a unos entibia y a otros abrasa;  a unos hiere a otros mata;  en un mesmo punto comienza la carrera de sus deseos, y en aquel mesmo punto la acaba y concluye, por la mañana suele poner el cerco a una fortaleza, y a la noche la tiene rendida, porque no hay  fuerza que la resista. Y siendo asi. ¿ De que te espantas, o de qué temes, si lo mismo debe de haber acontecido a Lotario, habiendo tomado el amor por instrumento de rendirnos la ausencia de mi señor? Y era forzoso que en ella se concluyese lo que el amor tenía determinado, sin dar tiempo al tiempo para que Anselmo le tuviese de volver, y con su presencia quedase imperfecta la obra; porque el amor no  tiene mejor ministro  para ejecutar  lo que desea que es la ocasión; de la ocasión se sirve en todos sus hechos, principalmente en los principios. Todo esto sé yo muy bien, más de experiencia que de oídas, y algún día te lo diré, señora; que yo también soy de carne, y de sangre moza. Cuanto más señora Camila, que no te entregaste ni diste tan luego, que primero no hubieses visto en los ojos, en los suspiros, en las razones y en las promesas y dádivas de Lotario toda su alma viendo en ella y en sus virtudes cuan digno era Lotario de ser amado.

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