viernes, 27 de febrero de 2015

El jinete rubio.

Un día mandó a la revista un fragmento lírico en prosa, que había escrito, titulado “ sueño otoñal” Lo mandó para la página <<nuestros pequeños amigos escriben>> Por supuesto necesitó un pseudónimo. Pensó varios y al final se decidió por el de <Jinete Rubio>Era moreno pero, de pequeño, envidiaba a los niños rubios. Le hubiera gustado ser rubio- Le publicaron  el fragmento. ¡Qué gran alegría! Le publicaron otro más. El tercero se lo rechazaron. Le contestaron <<El  tema que elegiste, amiguito, no  es para niños de tu edad. Espera a crecer un poco más y prueba de nuevo.
Asi iban las cosas, cuando unos dos meses y medio después  de la primera noche que había pasado con el El mundo de los muchachos, vió en el último fascículo, en la página <<cosas de nuestros pequeños amigos>> lo siguiente Hemos decidido organizar una velada musical y literaria. Invitamos a los siguientes amigos, conocidos y desconocidos, para que nos honren con su presencia: a Carmen, a María Estuardo, a Labrusca, a Mascara de hierro, a Napoleón, al Caballero Melancólico, al Jinete Rubio. Seguían algunos seudónimos más, y más abajo.: los esperamos a  todos sin falta, el viernes-
La verdad es que los niños se entristecerían si faltara entre ellos el <Jinete R-pero no podía ser de otra manera. ¡Lo más rápido que puedas! Tendrás el doble de lo que marque el taxímetro. Eran las siete y veinte y en la invitación ponía a las siete. Bajó corriendo  la escalera saltando de dos en dos los peldaños. Como se marcha así sin permiso de salida, pero no le hizo caso. Se acercaba , tenia que comprar algo paras no ir con las manos vacías. Dulces, flores;  compró flores. Rosas rojas, llegaron con el ramo en la mano, llamó al  timbre. El corazón le latía muy deprisa. Arriba  en la tercera planta, habías luz. Se oía el sonido de un acordeón. Subió rápido, su reuma había desaparecido. En el último peldaño había dos chicos y una chica de unos catorce años-Se detuvo  en el ultimo peldaño. El Jinete Rubio, ¿ no vendrá?- preguntó el más alto. ¿ Qué? ¿No va a venir? Preguntó el otro.¿ está enfermo? De repente con un movimiento brusco, puso las flores en la mano de la chica, se dio la vuelta, bajó las escaleras deprisa y salió a la calle. Desde arriba desde la tercera planta, se oía el acordeón. Una alegre melodía. Se perdió en la noche oscura. Sus manos estaban ahora vacías. También su corazón estaba vacío.

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