sábado, 9 de mayo de 2015

GABRIEL GARCIA MARQUEZ (DEL AMOR Y OTROS DEMONIOS)

  Fue entonces cuando Dominga de Adviento le prometió a sus santos que si le concedían la gracia de vivir, la niña no se cortaría el cabello hasta su noche de bodas. No bien lo había prometido cuando la niña rompió a llorar. Dominga de Adviento, jubilosa cantó- < ¡ Será santa ¡ > El marqués, que la conoció ya lavada y vestida, fue menos clarividente.< Será puta>, dijo. < si Dios le da vida y salud,> La niña hija de noble y plebeya, tuvo una infancia de expósita. La madre la odió desde que le dio de mamar por la única vez, y se negó a  tenerla con ella por temor de matarla. Dominga de Adviento la amamantó la bautizó en Cristo y la consagró a Olokun, una deidad yoruba de sexo incierto, cuyo rostro se presume tan temible que solo se deja  ver en sueños, y siempre con una mascara. Transpuesta en el patio de los esclavos, Sierva María aprendió a bailar desde antes de hablar, aprendió tres lenguas africanas al mismo tiempo, a beber sangre de gallo en ayunas y a deslizarse por entre los cristianos sin ser vista ni sentida, como un ser inmaterial. Dominga de Adviento la circundó de una corte jubilosa de esclavas negras, criadas, mestizas, mandaderas indias,  que la bañaban con aguas propicias, la purificación con la verbena de Yemayá y le cuidaban como  un rosal la rauda cabellera que a los cinco años le daba a la cintura. Poco a poco las esclavas le habían ido colgando los collares de distintos dioses, hasta el número dieciséis.
Bernarda había agarrado ya con mano firme el poder de la casa, mientras el marques vegetaba en el huerto. Su primer empeño fue restablecer la fortuna repartida por el marido escudada en los poderes del primer marques,
Feliz el que fue joven en su juventud y feliz el que  fue sabio en su vejez. Todos deseamos llegar a viejos y todos negamos que hemos llegado- Esto deños años yo no lo entiendo que aunque es bueno cumplirlos no lo es tenerlos.

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