miércoles, 20 de mayo de 2015

JULIO CORTÁZAR (LA SALUD DE LOS ENFERMOS)

Pepa que había llamado al doctor Bonifaz, desde el teléfono de arriba, avisó a sus hermanos que el médico vendría lo antes posible y que dejaran entornada la puerta cancel para que entrase sin llamar. Mientras Rosa y tío Roque atendían a tía Clelia que había tenido dos desmayos y se quejaba de un insoportable dolor de cabeza. Carlos se quedó  con mamá  para contarle las novedades del conflicto diplomático con el Brasil y leerle las últimas noticias. Mamá estaba de de buen humor esa tarde y no le dolía la cintura como casi siempre a la hora de la siesta- A todos les fue preguntando qué  les pasaba que parecían tan nerviosos, y en la casa se habló de la baja presión y de los efectos nefastos de los mejoradores en el pan. A la hora del té vino el tío Roque a charlar con mamá, y Carlois pudo darse un baño y quedarse a la espera del médico. Tía Clelia seguía mejor, pero le costaba moverse en la cama y ya casi no se interesaba por lo que tanto le había preocupado al salir del primer vahído. Pepa y Rosa se turnaron junto a ella, ofreciéndole té y agua sin que les contestara; La casa se apaciguó con el atardecer y los hermanos se dijeron que tal vez lo de tía Clelia no era grave, y que a la tarde siguiente volvería a entrar en el dormitorio de mamá como si no le hubiese pasado nada.

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