Figúrate tu, madre, que andamos de viaje y que estamos atravesando un peligroso y desconocido país. Tú vas sentada en tu palanquín y yo troto a tu vera en un caballo colorado. El sol se pone, va anocheciendo. Anter nosotros se tiende solitario y gris, el desierto de Yoradigui. Todo alrededor es desolado y seco. Tú piensas asustada. Hijo, no sé a donde hemos venido a parar. No tengas miedo madre. El sendero es estrecho y retorcido, y los abrojos desgarran los pies. Los ganados han vuelto ya de los anchos llanos a sus establos de las aldeas. Cada vez son más oscuros y vagos la tierra y el cielo, No se ve por dónde se va.¿ Que será aquella luz que hay allí junto a la orilla, hijo mío? Un alarido horrible desgarra lo oscuro y unas sombras arrolladoras se nos vienen encima. Tú te acurrucas en tu palanquín y repites rezando las oraciones. Los esclavos que se llevan se ocultan temblando de terror tras los espinos. Yo te grito !Madre no tengas cuidado, que estoy aquí. Los asesinos están cada vez más cerca , hirsutos los cabellos, armados con lanzas. Yo les grito. ¡ Alto ahí, villanos ¡ ¡ Un paso más y sois muertos ¡ Se oye otro terrible alarido y los bandidos se abalanzan sobre nosotros. Tú convulsa, me coges de la mano y me dices.! Hijo mío de mi vida, por amor de Dios, huye de aquí. ! madre mírame tu ya veras ¡ Entonces meto espuelas a mi caballo que salta furioso. Chocan sonantes mi espada y mi escudo. El combate es tan espantoso y espeluznante que si tu lo pudieses ver desde tu palanquín, te helabas de espanto, madre. Unos huyen otros caen hechos pedazos. Tú mientras ya lo sé estarás pensando sentada allí solita que tu hijo ha muerto. En esto yo vuelvo todo ensangrentado y te digo. Madre la lucha ha terminado. La mujer salió del parquin y, estrechando fuertemente a su hijo entre sus brazos, lo besó con amorosa multiplicidad.. Miles de preguntas bullían en la mente de la hembra pero no sabia por cual de ellas empezar o cual era la más oportuna de pronunciar.
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